El día 17 de junio, después de varios aplazamientos, se
celebró el juicio contra la empresa Serunion tras haber despedido por segunda
vez a Juan Carrasco, delegado de la sección sindical de CGT en la empresa. El
antecedente de la condena a Serunion por represión sindical es sin duda un
elemento más que viene a demostrar las prácticas anti sindicales de Serunion.
En las puertas de los juzgados nos concentramos cerca de 40
activistas de diferentes sindicatos (CGT, CCOO, UGT). Como el día 24 de
febrero, cuando se celebró el juicio que terminó aplazado, la campaña de
denuncia por el despido del compañero Juan ha sido muy visualizada en las
calles de Málaga y en las principales empresas. Cuando una poderosa multinacional
como Serunion ataca así los derechos de los trabajadores, es fundamental
movilizar la solidaridad consciente y contraponer la fuerza de la clase obrera.
Por supuesto que el compañero no está solo, tiene la simpatía de miles de
trabajadores de Málaga y del resto del Estado. Este hecho hace que la empresa
no se sienta tan fuerte, que la justicia, que suele inclinarse del lado del
empresario titubee, y que los trabajadores nos veamos capaces de hacer lo que
hizo Juan justo antes de la vista. En un intento de conciliación, a la pregunta
del juzgado de si estaba dispuesto a recibir una compensación económica para no
celebrar el juicio, el compañero respondió firme que “ni por todo el oro del
mundo”.
La sala estaba abarrotada y en el transcurso de un juicio que
duró varias horas, el abogado de la empresa, a pesar de toda su locuacidad y
sus abultados honorarios, fracasó estrepitosamente en su intento de encubrir el
despido en supuestas causas objetivas (económicas, organizativas y
productivas). En la vista quedo claro que la verdadera causa del despido de
Juan Carrasco es la necesidad de Serunion de silenciar cualquier oposición a
sus planes de empeoramiento de las condiciones de trabajo de la plantilla. Los
trabajadores como Juan, que defienden un sindicalismo democrático y combativo,
pueden provocar que el resto de trabajadores se den cuenta de su fuerza real y
no acepten el chantaje de la empresa.
Cuando tocó el turno a David Bernardo, el abogado de Juan,
terminó de desmoronarse por completo toda la argumentación de la empresa. El
acoso sindical contra el compañero quedó demostrado a los ojos de todos los que
estábamos presentes.
La ley no ayuda a los trabajadores. La justicia está adaptada
a las necesidades empresariales, y solo con la movilización, la presión y la
firmeza podemos conseguir que se haga justicia de verdad. Esperamos que el juez
dicte una sentencia en concordancia con lo vivido en el juicio y que el
compañero Juan sea readmitido en su puesto de trabajo. Si no es así, seguiremos
como hasta ahora firmes hasta conseguirlo, en el frente judicial pero por
supuesto redoblaremos nuestro esfuerzo en la calle.